jueves, 18 de enero de 2018

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Estoy escuchando lo mismo que tú.

Y no, no es casualidad, ni un plan, ni algo que haya buscado. Quizá un último intento por desaparecer, por darle una respuesta a una pregunta que no cierra su interrogación.

Le ha dado al play porque spotify me ha chivado que sigues despierta. No he leído el título, no iba a escucharla, hasta que ha sonado. Y ha sido una putada.

Hay canciones que te recuerdan el azul del cielo, que te explican lo que no has sentido o que te encogen el pecho sin darte explicación alguna. Canciones que hablan de principios, de finales, de sueños.

Estabas escuchando la última. Había 12 y tenías que estar escuchando la última. Habrá canciones y tenías que estar escuchando esa, justo hoy, justo ahora.

Tenía claro que iba a terminar esto, que iba a escribir algo largo lleno de metáforas de esas que no entiendo ni yo, pero he acabado la playlist. He llegado al final, a la que me ha hecho estar aquí.

Ahora mismo está sonando, y otra vez me has salvado.

Si algún día lees esto, gracias. Porque this is me.

Ser show, es deberme continuar. Cuando sea y como sea.

Es deberte hasta estar escuchando lo mismo que tú.


jueves, 2 de marzo de 2017

Se acabó




“El punto final es el que cierra un escrito o una parte independiente de un escrito (por ejemplo, un capítulo en un libro). La diferencia con el punto y aparte es clara: después de un punto y aparte siempre viene otro párrafo; después del punto final ya no hay más párrafos.”

Después del punto y final viene el vacío, o el infinito. Un punto que acaba un todo, y un punto que empieza un ojalá. Las dos caras de la moneda, el ying y el yang.

Así que, se acabó, punto final. Como el querer. Como el que viene, vendrá y nunca más se irá.

A partir de ahora lo que quiera siempre será real. Querer y punto, final.

Nada de interrogantes que nos destrocen la vida. Nada de pensar si hacer lo que quiera será o no lo mejor para quien sea olvidando que será lo mejor para ti.

A partir de ahora lo que quiera será querer de verdad.

Porque “haz lo que quieras” será una razón más para hacerlo. Lavarse la cara y empezar una mañana sin pajarillos que cantan y hacerlos cantar. Armarse de miedo y reventarlo en el suelo. Reventarte con él, pero notando como la emoción te sale por las orejas.

Ya está bien, hostia.

Solo necesitamos esa razón, solo tenemos que conjugar en presente la primera persona de ese infinitivo que termina en -er, yo quiero. Y si tú, él, ella, vosotros y ellos no, no os creáis que lo voy a sentir. O si, lo siento, pero del verbo corazón y con razón. Siento que quiero, siento que voy a por ello, siento que se acabó sentirlo.

Por eso se acabó. Se acabó pedir permiso, se acabó esperar, se acabó dejarle las riendas a un jinete que no sea yo.

Y sobre todo, se acabó pensar que cuando nos dicen que hagamos lo que queramos hay alguna limitación más allá de nosotros mismos para hacerlo.

miércoles, 22 de febrero de 2017

¿Eres tú?



Nacemos de rosa o de azul, porque nuestro género dictamina cual será nuestro color. Comiendo más o menos dependiendo lo que crean que es conveniente. Crecemos jugando a algo que no es nuestro para seguir la estela de lo que hacen todos. Conocemos a esa pareja que nos saca de dónde estábamos para volvernos a revolver la vida, escuchando como nuestros amigos no es lo que nos desean, y haciendo cosas que antes no habríamos hecho. Crecemos aún más con una familia y dos hijos porque es lo que nos depara el futuro y morimos, solos, para darnos cuenta de que hemos sido todo menos lo que somos de verdad.

Nos movemos al son de las influencias, de lo que nos dicen, de los que nos hacen o, corrijo, de lo que nos dejamos decir, y de lo que nos dejamos hacer.

El rosa mola, como la vida. Y ver a un bebé con chocolate hasta en las pestañas no puede ser tan malo. Seguro que no.

En los recreos hay auténticos craks del fútbol, del baloncesto, de llegar primero a la fila, y de no dar ni un chicle. No es mejor el que mas goles mete, sino el que se va a jugar a las canicas porque está de lo que no le gusta hasta los balones. ¿O a las casitas eh? A lo que le de la gana.

Y que sí, que quizá ella no es lo mejor para nosotros, que quizá hay alguien mejor justo detrás de la puerta, que esas amistades por donde nos lleva no son las adecuadas, pero equivocarse es ley, y una jodida maravilla. Vivir sabiendo qué piedra tienes que empezar a rodear, y recordando el aterrizaje como una sensación increíble. Odia todo lo que quieras después, pero allí, influido o no, eras rey de algo que parecía mentira, que era mentira, pero era, al fin y al cabo.

Viaja o trabaja, vuela o emprende, corre o camina, escribe o lee, esposa o besa, ten dos hijos o escribe tres libros, planta un árbol o replanta el amazonas, elige si quieres recordar o ser recordado, elige si quieres estar o vivir estando, elige lo que sea pero elige bien.

Porque al final morirás solo en una habitación, en mitad del pacífico, en tu casa, en la suya, o donde nadie te encontrará jamás. Pero morirás.

Y ahí, justo en tu último instante es cuando verás pasar la película que soñaste o la que te contaron.

miércoles, 15 de febrero de 2017

San Valentín ya no es valiente



No respetamos nada.

Durante años, millones de personas han escrito el libro de los gustos, el respeto impregnado en sus páginas ha dictaminado que lo blanco no tenía por qué ser blanco, ni lo negro, amarillo.

Hasta que llegamos nosotros y nuestra hipocresía barata.

Ahora San Valentín no se declara enamorado porque es una moda, y si te declaras en contra eres un buen pelotero, tocas todas.

Ahora San Valentín no es valiente porque a nosotros nos ha dado por no dejarlo, porque ya nadie respeta. 

Señoritas, señoritos, humanos todos, cada uno escribe, describe e inscribe su amor como le da la gana.

Los que todo el año lo proclaman a los cuatro vientos, los que solo lo dicen un día al año, los que no lo dicen, los que lo hacen. Los que duran, o los que se alejan, los que lo viven o los que lo matan y sobre todo los que lo reviven poniendo de excusa un santo que su nombre, digan lo que digan los libros, proviene de Valentía.

Porque valiente es el que se ilusiona con mañana, con una vida de dos sin dejar de ser de uno. Porque tan cobarde es el que lo evita como el que lo asfixia.

Porque valiente es el que decide quedarse aquí, que hay más, pero no mejor. El que se levanta por las mañanas y jodido, hundido, follado o jodidamente feliz, da los buenos días con ganas. El que se va de mentira y se queda de verdad. El que está cuando los demás se han ido.

Porque valiente es el que entiende que el amor es un arma tan potente como polisémica. Porque es a tu pareja, a tu familia, a tus amigos, a tu mascota, a tu trabajo. Porque es a lo que quieras que sea, porque todos son igual de bonitos, porque todos son igual de valientes.

Así que, este es un mensaje para los que os hayáis dado por vencidos: ¡dejad que el mundo gire como le de la gana! Dejad que el agua sea del color que sea, dejad que expresen hasta en braille.


Dejad todo mientras las personas sigan sonriendo.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Eres diferente



Lucha, levántate y lucha. O quédate sentado, durmiendo, estudiando o creando pero lucha. Volvamos a esa vieja costumbre, venga. Soplemos en contra de las corrientes de conformidad que nos envuelven.

Que nuestro ejemplo sean los raros, los que deciden jugarse su cuerpo, sus ahorros, su vida, por si acaso. Personas sin piernas que corren maratones, kilos de más que se hacen de menos, agobios que pasan a ser éxito.

Luchadores del día a día, de dos trabajos por un sueño, de ahorros para una vida plena, no para una vida mejor.

Hemos olvidado que se siente siendo positivos, escondiendo la toalla y prohibiéndonos a nosotros mismos tirarla a ningún rincón de ningún ring. Sea el contrincante que sea. Porque podemos, porque queremos.

Lucha, no te detengas. Nadie es más fuerte que un corazón que cree en su capacidad de bombeo, en su capacidad de recuperación. Pulsaciones altas que llegan a cualquier meta.

¿Qué sensación, no? Dejar todo el sudor que tengas por algo que realmente deseas, gritarle a los lobos de frente para que en lugar de ahuyentarlos vayan a por ti, tirar delante de ellos, que puedan olerte y verte pero no sentirte. 

Y si se pierde, si no se consigue, se ha intentado. Ni adiós, ni muy buenas. Me voy pero como tenga opción volveré, me voy pero si no me dejáis volver os habré debilitado mientras mi miedo se iba al ritmo de mi valentía, no de mi huida.

Crear una historia que contarle a quien esté dispuesto a escuchar. Cómo te rodeaste de personas con un coraje tan grande que decidieron cambiar los nuevos vientos, personas que querían ser sus propios jefes, personas que inventaron lo que aún quedaba por inventar, inconformistas que se conformaron con volver a sentir que mereció la pena.

Y como apunte para demostrar que las posibilidades están hechas con la medida de lo fuerte que sepas ilusionarte: Damien Chazelle terminó de escribir su última película en 2010. Nadie apostaba ni por ella, ni por él. Pero luchó. Contra todos y como nadie.

Hace menos de un mes estrenaron en España, La La Land, su película, y a su vez, la película más nominada de la historia de los premios Óscar, cima del cine.

¿Se puede, o no se puede?