jueves, 2 de marzo de 2017

Se acabó




“El punto final es el que cierra un escrito o una parte independiente de un escrito (por ejemplo, un capítulo en un libro). La diferencia con el punto y aparte es clara: después de un punto y aparte siempre viene otro párrafo; después del punto final ya no hay más párrafos.”

Después del punto y final viene el vacío, o el infinito. Un punto que acaba un todo, y un punto que empieza un ojalá. Las dos caras de la moneda, el ying y el yang.

Así que, se acabó, punto final. Como el querer. Como el que viene, vendrá y nunca más se irá.

A partir de ahora lo que quiera siempre será real. Querer y punto, final.

Nada de interrogantes que nos destrocen la vida. Nada de pensar si hacer lo que quiera será o no lo mejor para quien sea olvidando que será lo mejor para ti.

A partir de ahora lo que quiera será querer de verdad.

Porque “haz lo que quieras” será una razón más para hacerlo. Lavarse la cara y empezar una mañana sin pajarillos que cantan y hacerlos cantar. Armarse de miedo y reventarlo en el suelo. Reventarte con él, pero notando como la emoción te sale por las orejas.

Ya está bien, hostia.

Solo necesitamos esa razón, solo tenemos que conjugar en presente la primera persona de ese infinitivo que termina en -er, yo quiero. Y si tú, él, ella, vosotros y ellos no, no os creáis que lo voy a sentir. O si, lo siento, pero del verbo corazón y con razón. Siento que quiero, siento que voy a por ello, siento que se acabó sentirlo.

Por eso se acabó. Se acabó pedir permiso, se acabó esperar, se acabó dejarle las riendas a un jinete que no sea yo.

Y sobre todo, se acabó pensar que cuando nos dicen que hagamos lo que queramos hay alguna limitación más allá de nosotros mismos para hacerlo.

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