No respetamos
nada.
Durante años,
millones de personas han escrito el libro de los gustos, el respeto impregnado
en sus páginas ha dictaminado que lo blanco no tenía por qué ser blanco, ni lo
negro, amarillo.
Hasta que
llegamos nosotros y nuestra hipocresía barata.
Ahora San
Valentín no se declara enamorado porque es una moda, y si te declaras en contra
eres un buen pelotero, tocas todas.
Ahora San
Valentín no es valiente porque a nosotros nos ha dado por no dejarlo, porque ya
nadie respeta.
Señoritas,
señoritos, humanos todos, cada uno escribe, describe e inscribe su amor como le
da la gana.
Los que todo
el año lo proclaman a los cuatro vientos, los que solo lo dicen un día al año,
los que no lo dicen, los que lo hacen. Los que duran, o los que se alejan, los
que lo viven o los que lo matan y sobre todo los que lo reviven poniendo de
excusa un santo que su nombre, digan lo que digan los libros, proviene de
Valentía.
Porque
valiente es el que se ilusiona con mañana, con una vida de dos sin dejar de ser
de uno. Porque tan cobarde es el que lo evita como el que lo asfixia.
Porque
valiente es el que decide quedarse aquí, que hay más, pero no mejor. El que se
levanta por las mañanas y jodido, hundido, follado o jodidamente feliz, da los
buenos días con ganas. El que se va de mentira y se queda de verdad. El que
está cuando los demás se han ido.
Porque
valiente es el que entiende que el amor es un arma tan potente como polisémica.
Porque es a tu pareja, a tu familia, a tus amigos, a tu mascota, a tu trabajo.
Porque es a lo que quieras que sea, porque todos son igual de bonitos, porque
todos son igual de valientes.
Así que, este
es un mensaje para los que os hayáis dado por vencidos: ¡dejad que el mundo
gire como le de la gana! Dejad que el agua sea del color que sea, dejad que expresen
hasta en braille.
Dejad todo
mientras las personas sigan sonriendo.
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