sábado, 14 de noviembre de 2015

Paris no se quema


Lo han intentado. Han intentado hacernos presos de nuestro cántico de juego infantil. Han intentado enseñarnos a todos, a base de masacre, que esta vez París se estaba quemando de verdad. Con todas las vocales. París, paras, peres, piris, poros, purus.

Lo han intentado llevándose por delante vida que aún no estaba vivida. Vida que no tenía que ser llorada. Vida que, se ponga donde se ponga el destino, no le tocaba dejar de vivir.

Lo han intentado tanto y tan mal, porque esto nunca es bien, que hasta la mismísima Eiffel se apagó mientras su reino ardía.

Entonces ocurrió. La justicia se hizo presa del mundo entero. Justicia, no venganza. Que nosotros seguimos teniendo todo donde hay que tenerlo.

De Brasil a Nueva York. Pasando por Roma, e incluso Washington para terminar dónde empezaron. Para terminar donde empezamos. El planeta bajo los colores Franceses y París entonando su propio grito de paz. “Sin miedo.”

La humanidad volvía a ser humana. Con palabras y sin armas. Con valentía y en compañía. Hermanos del mismo ataque. Víctimas de la misma crueldad. Vencidos negados a ser derrotados por algunos que de tanto creer, no creen en nada.

Y ahí sigue Paris. Y seguirá. Porque por muy grandes que sean las llamas, más fuerte es una ciudad soplando en consonancia. Buscando lo que se merecen.

Además, muy ingenuo hay que ser para confiar en que la ciudad del amor, iba a dejar de querer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario